Capítulo cuarenta y uno: Leyes de manada

Cierro los ojos mientras sigo de pie frente a la ventana, enviando silenciosamente un agradecimiento a mis padres. Luego me vuelvo hacia los ancianos con los brazos cruzados, todos ellos parados justo detrás de mí. Si eso no los convence, entonces no estoy segura de qué lo hará.

—Lo siento, Aliana....

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