37. Lluvia

Me congelo. Por un momento, ni siquiera me atrevo a respirar.

Pero se supone que los lobos blancos son buenos. Al menos, eso dicen las leyendas.

Mordiéndome el labio inferior, doy otro paso, y luego otro, y otro más, hasta que llego a él. Me agacho frente a él y extiendo mi mano, rozando con la punt...

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