106

El momento en que se sentó, él le acarició la mejilla.

—¿Fue demasiado? —preguntó—. ¿Te hice daño?

Ella negó con la cabeza de inmediato.

—No. No es eso.

¿Hacerle daño? Haría falta mucho más que eso para lastimarla.

Su pulgar trazó la curva de su mandíbula.

—Bien. Puedes respirar, puedes calmar...

Inicia sesión y continúa leyendo