121

Yalda había comenzado a encontrar un ritmo.

La villa, que antes parecía vasta e intimidante en su silencio, lentamente había comenzado a sentirse como un hogar. No solo un lugar para recuperarse, sino algo más suave, más constante. Familiar.

Las mañanas marcaban el tono; tranquilas, cálidas, llena...

Inicia sesión y continúa leyendo