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La luz del sol se filtraba a través de las cortinas transparentes del dormitorio, bañando de oro la cama donde Yalda yacía. Sus pestañas se agitaron lentamente mientras se movía. Sus labios estaban secos, sus sienes palpitaban con el dolor de demasiadas lágrimas. Su garganta se sentía áspera, sus oj...

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