Capítulo diez

—¿Mi quieres? Te quiero. Eres mía, tesoro. ¿Me sientes? Eres mía —gimió Matteo en su oído antes de clavar sus dientes en la suave piel de su hombro.

Genevieve estaba completamente perdida. No estaba segura de cuántos orgasmos él le había arrancado. Ambos estaban sudorosos. Su piel era sensible, ans...

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