Capítulo ciento treinta y cuatro

—Otra vez —susurró Matteo contra su cuello. Sus manos pulsaron contra sus caderas.

—Solo nos quedan unos minutos —murmuró Gen, sacudiendo la cabeza.

Sus labios se hicieron visibles y se levantaron para mostrar sus dientes al sonreírle—. Una vez más. Me hará sentir mejor —suplicó Matteo, acercando ...

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