Capítulo ciento cuarenta y tres

La respiración de Gen era trabajosa, forzada mientras Matteo tomaba el bate y lo lanzaba al otro lado del espacio. Su mano se extendió para tocar su hombro pero ella lo empujó.

—¡Llegaste tarde! —gritó.

Matteo levantó las manos en señal de rendición, sus ojos oscuros destellando un tono verdoso-do...

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