Capítulo sesenta y seis

Aunque Genevieve ya no podía verlo, Matteo no podía apartar la vista de ella. Observó cómo miraba hacia su oficina y su cuerpo se ponía rígido. Podía entender por qué. Había visto a Jada llegar horas antes. Se preguntaba quién estaría más nervioso por enfrentarse a esa fuerza de la naturaleza de ojo...

Inicia sesión y continúa leyendo