Capítulo setenta y tres

Matteo se crujió el cuello mientras se acercaba a la puerta. Movió su muñeca izquierda hasta que su reloj fue visible y pudo leer la hora. El papel de pergamino marrón se arrugaba en sus manos mientras cambiaba el ramo de flores silvestres a su otro brazo. Su estómago se apretaba de nervios mientras...

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