Capítulo ochenta y uno

Matteo sonrió mientras miraba la foto de su debilidad haciéndole una peineta. Le encantaba cuando sus ojos chispeaban con ese fuego juguetón. Imaginó a ella hurgando en sus cajones, sus delicados dedos trazando sobre su ropa mientras buscaba el vibrador que él había robado. Sacudió la cabeza y desli...

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