Capítulo noventa y ocho

Eran casi las dos de la mañana. Matteo estaba terminando de secar los platos que Gen acababa de lavar a pesar de sus múltiples protestas. Su argumento de que el agua arruinaría las vendas frescas en sus nudillos fue suficiente para que él cediera y le dejara lavar si él podía secar y guardar. Ella h...

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