Lo conozco

El cuarto de guerra olía a espresso quemado y rabia sin descanso. Archivos y mapas estaban esparcidos por la mesa, los cubiertos de la cena olvidada de la noche anterior empujados a un lado. El peso de demasiadas horas y muy poco control presionaba contra las paredes.

Dom se dejó caer en una silla ...

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