Ordinario en todos los sentidos que lo hicieron precioso

La mañana era ordinaria en todas las formas que la hacían preciosa.

La luz del sol se deslizaba por el suelo de la suite del hotel como seda cálida, atrapando motas de polvo y el borde cromado de la máquina de espresso de Enzo. La ciudad más allá del vidrio ya estaba ruidosa—sirenas en algún lugar...

Inicia sesión y continúa leyendo