No estás ayudando

La mañana no llegó tanto como se arrastró en perezosos haces de luz que se colaban por las persianas, derramándose sobre un campo de batalla de sábanas y piel magullada.

Parecía una escena del crimen y se sentía como una victoria.

Lola estaba desparramada medio encima de él, con la mejilla apoyada e...

Inicia sesión y continúa leyendo