Dime sin palabras

El SUV se deslizó hacia el garaje privado, los faros cortando el concreto y el acero. Enzo ya estaba allí—chaqueta colgada sobre su antebrazo, sin corbata, mangas arremangadas, cada línea de su cuerpo tensa.

El motor se apagó. El silencio llenó la habitación.

La puerta trasera se abrió. Lola saltó...

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