El sake de los viejos tiempos.

Había un extraño en mi casa.

—Bonita casa, Spades —me sonrió.

Era pequeña, con el cabello corto y azul. No era azul. Más bien turquesa. Tenía tatuajes que descendían por sus brazos y cubrían sus hombros. Llevaba anillos en los dedos, una sonrisa arrogante en los labios y gafas oscuras. Vestía un t...

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