Ámame.

Mierda.

Acabo de acabar en sus manos por haberme explorado el trasero. Maravilloso. Intenté levantarme, pero me empujó de nuevo hacia abajo.

—¿Hemos terminado? —susurró, mirándome con la mirada entrecerrada.

—¿Estás satisfecho? Porque yo no lo estoy, cariño. ¡Tengo tanta hambre! —dijo dramáticame...

Inicia sesión y continúa leyendo