La última estrella del cielo se quemó en el olvido.

Mierda. Mierda.

Mi cerebro ya no funcionaba. No podía ver cómo podría estar en cualquier parte. Spades me rehizo. Me moldeó en algo con lo que podía jugar. Yo era suyo, siempre suyo. No había forma de luchar contra eso. Fui hecho para ser suyo.

—Estás callado. Sus palabras se filtraron en mi cereb...

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