La muerte del amor es un deber.

El tiempo pareció detenerse por un momento. El mundo se desvaneció y todo lo que quedó fue pánico. Un pánico ardiente que me quemaba por dentro. Me oprimía el pecho y hacía que mi siguiente inhalación fuera un problema. La sangre se me subió a la cabeza y me mareé.

—He oído mucho sobre ti, Spades —...

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