Sesenta segundos.

Salimos del baño con nuestras armas desenfundadas, corriendo de vuelta al pasillo.

Mi corazón latía con fuerza, retumbando en mi caja torácica. Mi pulso eran truenos en mis oídos, violentos y repentinos. Estábamos bajo ataque.

La vista que nos esperaba en el pasillo me golpeó, cortándome la respir...

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