Capítulo 5 MIO

CAPÍTULO 5

Lorena sintió un escalofrío recorrerle el cuerpo. No podía creer lo que estaba viendo, Patrick estaba de pie frente a todos los socios, sonriente, como si nada. Su corazón latía rápido, quería huir, desaparecer, pero no podía. Estaba en medio de una junta, Uno de los socios la saludó.

—Lorena, bienvenida. Te presento a Patrick Stewart, candidato a ser socio y CEO de la compañía.

Patrick se le acercó, con esa sonrisa confiada, Le dio un beso en la mejilla y susurró al oído:

—El destino nos está uniendo de nuevo.

Le rozó la mano con los dedos y volvió a su lugar. Ella se sentó, tratando de recuperar la compostura. No escuchó mucho de lo que dijo al principio, su mente estaba en blanco, pero a medida que pasaban los minutos, empezó a poner atención. Lo que Patrick decía tenía sentido. Su visión de expansión era sólida, clara. Los números eran ambiciosos, pero realistas.

Los socios estaban fascinados. Cada uno de ellos tenía una sonrisa de oreja a oreja mientras él hablaba de nuevos mercados, alianzas y estrategias digitales.

Lorena lo miraba y solo pensaba en una cosa: tenerlo cerca sería un problema, Grande, muy grande.

El deseo que le provocaba ese hombre era algo que no podía controlar. No podía ni concentrarse. Lo peor era que Julián no sabía que él era el candidato para CEO, Si lo descubría, sería un escándalo.

—¿Qué opinas, Lorena? —preguntó uno de los socios al terminar la presentación.

Ella se aclaró la garganta. Sabía que todos esperaban un comentario positivo, pero no iba a demostrar debilidad.

—Lo que propone suena bien en el papel. Pero para ser CEO de una marca de moda no solo se necesitan números, También hay que conocer de telas, de insumos, de diseño. ¿Puede demostrar que tiene ese conocimiento?

Patrick no dudó, Se levantó, desabrochó su saco y lo mostró con seguridad.

—Este traje es un Burberry. Patrones simples, seda italiana, corte inglés. Sé lo que tengo que saber sobre el buen vestir. Y si hay algo que me falta, lo aprendo. Lo importante ya lo tengo —dijo mirándola directo a los ojos.

Le guiñó un ojo y volvió a sentarse, Lorena agachó la cabeza, había perdido otra vez frente a él.

Al final, no hubo discusión. Los socios aprobaron cederle el 10% de las acciones y lo nombraron CEO con un contrato temporal, sujeto a resultados.

—Parece que voy a trabajar muy de cerca con la diseñadora estrella —bromeó Patrick, sirviéndose una copa de champaña mientras todos celebraban.

Mateo, su socio y mejor amigo, se le acercó por detrás y le dio una palmada en el hombro. Patrick no dijo nada, pero ambos sabían que lo había logrado. Patrick no estaba allí solo por negocios. Estaba allí por ella.

Lorena dejó su copa a un lado.

—Patrick, acompáñame a mi oficina —le dijo con voz firme.

Él sonrió y la siguió. Apenas entraron, Lorena cerró la puerta, echó el seguro y bajó las persianas.

—¿Qué haces aquí? —le preguntó, cruzándose de brazos.

—Trabajar. ¿O no es eso lo que acaban de acordar? El mundo es pequeño y... mira qué casualidad, la mujer de mis fantasías trabaja aquí —dijo acercándose.

—Tú no puedes estar aquí. Si Julián te ve, va a pensar lo peor. Esto puede salirse de control.

—Tu esposo sabe que estuvimos en un club swinger, Además, si está celoso, será porque siente que entre nosotros pasó algo más.

Se acercó y le tocó un mechón de cabello. Cerró los ojos, lo olió. Lorena sintió que el corazón se le iba a salir del pecho.

—No seas ridículo. Fue una noche, Nada más —dijo con voz temblorosa.

Patrick se le pegó por la espalda y empezó a besarle el cuello.

—¿Entonces por qué tiemblas? ¿Por qué me evitas? —susurró, bajando la voz hasta el lóbulo de su oreja—. Dime cuántas veces te has tocado pensando en mí... Porque yo lo hago cada mañana.

—Todas... —susurró ella—. Todas las mañanas...

Él la giró y la besó sin permiso. Fue un beso hambriento.

De un manotazo, Patrick barrió el escritorio. La alzó y la sentó sobre él. Los besos se intensificaron. Ella le quitó la camisa, bajó la cabeza hasta su pecho, Él bajó las tiras de su vestido y comenzó a besarle los senos.

El ambiente era puro deseo, No se escuchaba nada más que sus respiraciones agitadas, hasta que…

—Amor, soy yo —se escuchó la voz de Julián desde la puerta.

Lorena abrió los ojos con pánico.

—¡Escóndete! ¡Debajo de la mesa, rápido! —le susurró desesperada.

Lorena se acomodó el vestido con las manos temblorosas, el pecho aún agitado por los besos de Patrick. Su cuerpo le pedía seguir, pero su mente le gritaba que tenía que detenerse. Señaló debajo del escritorio.

—Por favor, escóndete. No hagas ruido —le susurró mientras intentaba arreglarse el cabello.

Patrick, aún sin camisa, se metió bajo la mesa con una sonrisa provocadora. Antes de que Lorena se alejara, le robó otro beso en los labios. Ella lo empujó suavemente y respiró hondo antes de abrir la puerta.

—¿Qué haces aquí? —preguntó, intentando sonar tranquila.

Julián la miró raro. Revisó el interior de la oficina. Lo primero que notó fue el desorden.

—¿Qué pasó aquí? ¿Por qué está todo tirado?

—Me tropecé. Iba a abrir la puerta, me golpeé con el escritorio y tiré todo sin querer. Por eso tardé en atenderte —mintió sin mirarlo directamente.

Julián frunció el ceño y luego la abrazó por la cintura.

—Me imagino que, con la elección del nuevo CEO, ya podrás quedarte más en casa. Si vamos a tener un hijo, es lo mejor. Su madre debe cuidarlo por lo menos los primeros años —dijo con voz suave.

Lorena tragó saliva. Estaba a centímetros del lugar donde se escondía el hombre con quien casi vuelve a serle infiel.

—Tengo que entrenarlo primero —respondió—. Él entiende de números, pero no de moda. Solo serán unos meses. Después dejaré todo para concentrarme en nuestra familia, como acordamos.

Hablaba con voz firme, más para que Patrick escuchara que por Julián.

—Perfecto —dijo Julián, satisfecho—. Te dejo. Solo pasé para eso.

Le dio un beso en la frente y se fue con una sonrisa de oreja a oreja. Estaba feliz de tenerla de vuelta en casa y más aún por el plan de convertirse en padre.

Cuando se cerró la puerta, Patrick salió de debajo de la mesa.

—Debiste presentarme. El va a ser el ex, y yo el nuevo —bromeó con tono seductor.

—Yo tengo un matrimonio feliz —contestó Lorena, seria—. No quiero arruinarlo. Pensamos en tener hijos. Si vas a trabajar aquí, te pido que no me busques. No como mujer.

Patrick se le acercó, la besó de nuevo, y ella, por un instante, se dejó llevar… pero luego lo empujó.

—No te mientas. Tu matrimonio no es feliz. Y la idea de tener un hijo solo es un intento desesperado de salvarlo —le dijo, con voz directa.

—Lo que pase en mi matrimonio es asunto mío. Te lo repito: aléjate. Si vas a estar en esta empresa, hazlo como profesional. Nada más.

Abrió la puerta y lo invitó a salir. Patrick sonrió, sin dejar de mirarla, y se fue sin decir nada más.

Más tarde, Julián salió del edificio. Mientras caminaba hacia su auto, sacó su celular y miró a su alrededor para asegurarse de que nadie lo viera.

—Hola, preciosa. ¿Nos vemos en el lugar de siempre? —dijo bajando la voz.

—Te espero impaciente —respondió Verónica al otro lado de la línea, con tono seductor.

Colgó la llamada y sonrió con malicia.

Verónica se miró en el espejo. Estaba maquillada, con lencería negra y una bata de seda. Su expresión lo decía todo. Esta noche no era solo un encuentro. Era venganza.

Después del rechazo de Patrick y saber que Lorena era la mujer que le quitó los pensamientos de su esposo, había decidido actuar. Si no podía recuperar a su esposo, al menos iba a cobrarle a esa mujer lo que sentía que le había quitado.

—Esposo por esposo —se dijo en voz baja mientras se retocaba los labios con un labial rojo in

tenso.

Esta vez, no solo pensaba disfrutar del sexo con Julián, sino también asegurarse de que él cayera rendido a sus pies.

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