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ARIA

Una semana después

—Mm —gemí—, sí, así, joder —susurré, dejando caer la cabeza mientras cerraba los ojos.

—¿Te gusta? —preguntó Sandro, con sus labios a solo unos centímetros de mi oído mientras sus hábiles dedos masajeaban el espacio entre mi cuello y mis hombros. Era realmente increíble, li...

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