Llamada telefónica con Damien

—¿Me extrañaste?

El aliento abandonó mis pulmones en un suspiro silencioso. Mis rodillas casi cedieron y tuve que sentarme en el borde de la cama, el teléfono apretado tan fuerte que me dolían los nudillos.

—Oh mon Dieu…— susurré. Mi mano voló a mi boca, tratando de detener el temblor que subía po...

Inicia sesión y continúa leyendo