A por la derrota

—Dante—dijo, no como una pregunta sino como una cuerda para levantarme. Sus ojos estaban nivelados, el leve dorado en los bordes parpadeaba mientras la calma humana lo reclamaba—. ¿Estás listo?

Me apoyé con ambas manos en la barandilla como un soldado a punto de correr—. Siempre—. Lo digo como si l...

Inicia sesión y continúa leyendo