Furia ciega

Ella está inconsciente en mi cama, su piel dorada parpadeando sobre sus clavículas como una llama de vela atrapada en una tormenta.

Su pulso es un tambor frenético contra mi palma—demasiado rápido, demasiado salvaje, un colibrí atrapado en una jaula de fuego.

La transformación la está devorando viva...

Inicia sesión y continúa leyendo