Dante y Luciana, editado

Para cuando terminé de limpiar el desastre, la noche había comenzado a pudrirse. El aire olía a hierro y pólvora, pesado con cosas que es mejor no mencionar.

Mis manos aún estaban resbaladizas cuando salí de la mansión—uno de nuestros hombres estaba manejando el resto adentro—y la furgoneta estaba ...

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