Palabras poco profundas que condensan

—Bueno —dijo él—, cualquier amigo de mi esposa es bienvenido en nuestra casa.

Sentí la sangre drenar de mi rostro.

¿Qué?

Eso era una mentira.

Él me había dicho—explícitamente—que no se me permitía tener amigos. No a menos que él los evaluara e introdujera personalmente.

Se había asegurado de qu...

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