Hazte poderoso

Cerré la puerta detrás de mí y me apoyé en ella, con el corazón aún latiendo fuerte después del desayuno. Sus palabras seguían resonando en mi cabeza, afiladas y dentadas como fragmentos de vidrio. Inútil. Nadie. Propiedad.

Pero aquí—en mi habitación—no era inútil. Aquí tenía silencio. Tenía el esp...

Inicia sesión y continúa leyendo