Ya es hora

Empujé mi silla hacia atrás lentamente, el chirrido de la madera sobre el mármol resonando fuerte en el silencio sofocante que siguió a la salida de Éloïse.

Su perfume aún flotaba en el aire—suave, delicado, un cruel recordatorio de que había salido de este salón con la cabeza gacha y el espíritu h...

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