Parte treinta y seis

Estábamos de vuelta en el grupo en Newport y me senté en mi habitación con el teléfono pegado a mi oído. Me había conectado a mi sistema informático de forma remota, pero Sierra no había conseguido el trabajo en la firma de arquitectura y se había marchado del motel donde se estaba quedando.

Tampoc...

Inicia sesión y continúa leyendo