Parte treinta y nueve

—Buenos días, Sierra—dije con una sonrisa mientras llevaba su bandeja de desayuno a su habitación.

—Hola—dijo ella, mirándome con cautela.

—Te traje el desayuno, debes estar hambrienta—le dije.

—Tengo un poco de hambre—dijo y se sentó más erguida en la cama del hospital.

Puse la bandeja en la me...

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