Capítulo 30

Ximena se estremeció cuando sintió las manos desconocidas sosteniéndola; en ese mismo momento, supo que era él. Jadeó ligeramente y giró la cabeza para ver su rostro; y cuando lo hizo, todo lo que sintió fue nerviosismo.

—Tu espalda... —susurró él—... necesita estar más erguida.

Con una mano aún e...

Inicia sesión y continúa leyendo