Capítulo 38: Enloquecer

Mis manos estaban sudorosas mientras agarraba mi celular y me tambaleaba hacia la salida.

—Señorita, ¿está usted bien? —preguntó el gerente en la entrada, pero ni siquiera pude responder, solo quería salir de ese lugar. No me importaba si la gente me miraba, solo tenía que salir de allí.

Quizás de...

Inicia sesión y continúa leyendo