Capítulo 40: Mil millas

No lo contacté, por supuesto. Desaparecí como una cobarde. Ni siquiera puedo mirarlo.

En la oficina... bueno, eso fue un problema.

—Prissy... ¿estás bien? Por favor, háblame... —dijo en la primera oportunidad que tuvo de acercarse a mí. Y créeme... intenté esconderme lo más que pude.

—Solo necesi...

Inicia sesión y continúa leyendo