38 Una solicitud inesperada

Ellen se vino en su boca y dijo después de estar satisfecha— Qué delicia, Paul, qué bueno eres con la lengua. Lo dijo sin ninguna vergüenza. Paul sonrió y sostuvo su rostro con ambas manos y dijo— Solo me gusta contigo, Ellen, porque me haces hervir de deseo. Ellen sonrió en la esquina, y sin perder...

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