Capítulo 1
—¡Francesca! —Liza, mi mejor amiga, gritó mi nombre como de costumbre.
—Liza, por favor, mis oídos no están hechos de piedra —le respondí mientras me cepillaba mi largo cabello negro y lacio y me apresuraba a su habitación.
¡Hola! Soy Francesca Martina, tengo 24 años, soy doctora y esposa, sí, esposa, pero basta de eso. Nací en una familia adinerada de cuatro. Soy la segunda y última hija. Tengo dos padres encantadores, una hermana mayor grosera y un perro adorable. Mi vida iba bastante normal, mi papá Martín y mi mamá Rosetta habían sido los mejores padres hasta que me metieron en un matrimonio por contrato con Damien Lorenzo, un multimillonario... Bueno, eso era prácticamente todo lo que sabía de él. Ni siquiera le eché un vistazo a su cara el día de nuestra boda. Boda civil, para ser precisos. Mi único recuerdo de él son sus zapatos, porque los miré durante los cuarenta minutos que pasé con él. La única razón por la que acepté casarme con él fue que no teníamos que vivir juntos. Ni siquiera lo he visto en los últimos dos años...
—¿En qué has estado pensando? Pareces perdida en tus pensamientos —dijo Liza mirándome con sus ojos marrón chocolate. Liza es mi mejor amiga, ya que vivo sola en la casa de Damien en Nueva York y él vive en Italia, le ofrecí quedarse conmigo. Liza es una hermosa rubia con labios carnosos. Tiene una cara ovalada y cabello rubio corto. Liza es de estatura moderada, tiene 23 años y es abogada. Actualmente estamos en su habitación preparándonos para el trabajo. Ella está vestida con una falda lápiz negra y una camisa blanca abotonada, acompañada de tacones negros.
Yo, por otro lado, estoy vestida con un vestido azul hasta la rodilla que se ajusta a mi piel como un guante. El vestido azul complementa mis ojos azul océano. Completo el look con tacones negros. Me miro la tez en el espejo, tengo una cara en forma de V y labios rosados y carnosos. Miro mi cabello negro y lacio y noto mi parecido con mi hermana. Mirando el reloj de pared, tomo mi bolso azul y aliso mi cabello antes de mirar a Liza, quien ha estado esperando una respuesta.
—Estoy bien, Liza, a diferencia de ti, pienso antes de hablar —digo sonriendo y saliendo de la habitación.
—¡Dios mío, cómo te atreves! —gritó Liza desde la habitación.
Riéndome para mí misma, bajo cuidadosamente los escalones dorados y me apresuro a la cocina. La cocina está llena de cualquier tipo de comida que puedas imaginar. Me acerco al refrigerador, tomo un frasco de jugo de naranja y lo vierto en un vaso. Consciente del tiempo, tomo dos rebanadas de pan y empiezo a comer. Cuando termino mi pequeño desayuno, salgo de la cocina y voy a la sala de estar.
La sala de estar es un espacio lujoso con sofás grises y cortinas plateadas. Me sorprendo al notar una figura masculina de pie junto a una de las ventanas, de espaldas a mí. Aunque estoy sorprendida, no tengo miedo porque esta casa está muy bien vigilada. Está tan protegida como el Banco de España o incluso la Casa Blanca. No estoy exagerando, créeme. Para entrar por las enormes puertas, necesitas pasar por un reconocimiento facial, prueba de huellas dactilares, verificación de tarjeta de identificación, escaneo corporal, revisión de bolsas, etc. Así que si este tipo está aquí, no tengo miedo. Reuniendo el valor...
—Hola, por favor, ¿quién eres y en qué podemos ayudarte? —pregunto conscientemente. El extraño ni siquiera me respondió y salió, resoplando para mis adentros, noto a Liza bajando las escaleras.
—¿Qué te tomó tanto tiempo? —pregunto mirándola con desdén. Sonriendo, Liza se apresura a la cocina y vuelve con un vaso de jugo de naranja y cuatro rebanadas de pan en un plato. Después de tomar un sorbo de su jugo, dice con un guiño...
—Me estaba empolvando la nariz —Poniendo una cara de disgusto, llamo a la cocinera y ama de llaves, Gretta.
—Gretta, me voy al trabajo pronto, ¿qué quieres que te traiga? —pregunto mientras la dulce mujer de mediana edad se apresura a la sala de estar sonriendo.
—Nada, querida. Ya me has dado suficientes regalos esta semana —respondió sonriendo.
—Oh, Gretta, sabes que te queremos —le dice Liza mientras se llena la boca de pan. Bufando a Liza, voy y le doy un abrazo a Gretta.
—Lo siento, chicas, no preparé el desayuno, la señora Lorenzo me pidió que arreglara... —Al escuchar el nombre de mi suegra, de repente se me arruina el humor, así que cortésmente interrumpo a Gretta.
—Está bien, Gretta, podemos arreglarnos con el jugo de naranja y el pan. Liza, ve a dejar tus platos para que podamos irnos —resoplando, Liza se apresura a la cocina, pero no sin antes lanzarme una mirada fulminante.
—Umm, Francesca, ¿viste a ese hombre antes? Él... —Francesca fue interrumpida por el pitido de mi teléfono. Alcanzo mi teléfono y veo que es un mensaje del hospital. Rápidamente agarro mi bolso y beso a Gretta en la mejilla.
—Gretta, no sé quién es, tal vez esté aquí por uno de los trabajadores. Realmente tengo que irme al trabajo ahora. Liza, vámonos, encuéntrame afuera —Con eso, salí corriendo de la casa.
—Buenos días, señora —Rio, el alto y alegre jardinero, me saludó.
—Buenos días, Rio —dije sonriendo mientras caminaba hacia el garaje. Noté un Bugatti negro cerca de los autos de Liza y mío, pero no le presté atención. Fui a mi Range Rover negro y encendí el motor. Vi a Liza apresurándose hacia su Lamborghini, pero yo ya estaba conduciendo hacia la puerta. El portero abrió la puerta para mí mientras asentía en señal de saludo. Sonriéndole, salí de la casa. Al salir, vi al mismo hombre extraño caminando de regreso a la casa, de espaldas a mí otra vez... ¿Quién será, hmm?
