Capítulo 37

—¡Ahora sal! —digo mirándola con furia. Sus ojos se encienden de ira, pero yo solo ruedo los ojos.

—No me hables así —dice en tono de advertencia.

—No me vas a decir cómo hablar y, sobre todo, no esperes que te ofrezca rosas después de todo lo que me has hecho. En caso de que tu cerebro obtuso no ...

Inicia sesión y continúa leyendo