Capítulo 1 - 13 DE DICIEMBRE
CAPÍTULO 1 - 13 DE DICIEMBRE
Perspectiva de Ashley
—Tienes que estar lista para mí, Ashley— dice presionando su dureza contra mí desde atrás. Puedo sentirlo empujándome entre mis glúteos.
—Es demasiado temprano para esto— le digo mientras escupo la pasta de mi boca.
—¿Demasiado temprano para qué exactamente, Ashley?— pregunta con su tono tan demandante como siempre y, por mucho que quiera evitarlo, no puedo evitar que siga haciendo esto cada vez que tiene la oportunidad.
Solo necesito ahorrar suficiente dinero para salir tanto de la esclavitud de mi tía como de la actitud demandante de Paul.
Honestamente, creo que estoy en una relación con un total psicópata que no saldría de sus fantasías.
—¿No eres mi novia?— pregunta mientras deja que sus manos suban por mi cintura, que está expuesta ya que mi camiseta está enrollada hacia arriba.
Mis pechos talla D siendo la causa.
—Lo soy, Paul, lo soy, pero necesitas respetar mis deseos— le digo, pero de repente agarra mis pechos que cuelgan en mi camiseta mientras yo renuncio a intentar girarme hacia él.
Parecía estar disfrutando de verme retorcerme.
—¿Paul?— sube su tono un poco más.
—Te he dicho varias veces que dejes de llamarme por ese nombre, no me hagas enojar hasta el punto de tener que romper mi promesa contigo— dice y con cada palabra, su agarre se aprieta en mi pecho haciéndome cerrar los ojos de dolor.
Quienquiera que le haya dicho que esto era placentero. Es un dolor total.
—Lo siento, eres Grey. Eres Grey, así que por favor deja de apretar t...— me detengo para dejar escapar un gemido.
Maldita sea, mis pechos duelen mucho, pero él no lo entiende y probablemente confundió mi gemido de dolor con un gemido de placer mientras se inclina hacia mí y noto que está sin camisa.
Sus abdominales finamente tonificados.
—¡No! ¡No! ¡No, Paul, ¿no puedes aprender a respetar mis deseos al menos?
—Oh, pronto estarás gritando sí a mi nombre con tus manos atadas a la pared.
—Dios, Paul, te dije que aún no estoy lista.
—Pero eres una stripper y una stripper de primera categoría, ¿cómo es que aún no estás lista? ¿Por qué sigues alejándome? ¿No sabes lo que me hace eso?
—Te tomaré de cualquier manera y lo sabes, así que prepárate para la única polla que tu apretada virginidad recibirá.
—¿El trece de diciembre, verdad? Celebraremos tu cumpleaños muy bien, confía en mí.
—Lo que sea.
—No me des esa actitud, Ashley— se frota contra mí desde atrás y me da una palmada en las nalgas.
—Hmm, no te daré actitud, así que por favor déjame ir ahora. Tía Mary me necesita en el club.
—Maldita sea esa tía tuya— dice y entiendo su desagrado mientras veo su rostro convertirse en un profundo ceño fruncido desde el espejo.
—No te diviertas demasiado— dice y sale del armario.
Vaya, eso fue rápido. Debería hacer esto más a menudo para quitármelo de encima.
¿Por qué?
Tengo dos demonios en mi vida.
El primero con el que he tenido que lidiar desde que tenía trece años es mi tía Nancy, quien dirige un club de striptease en la ciudad, y mi novio obsesivo con el que he estado viviendo durante seis meses.
Después de la muerte de mis padres y la quiebra de la empresa, no tenía a dónde ir como niña y los padres de Tori, que apenas podían mantenerse, no podían adoptarme, solo tenía a mi tía a quien acudir.
No fue fácil conseguir que me aceptara, pero nunca fui del tipo que se rinde en una pelea y finalmente me aceptó, aunque en muchos intentos casi me vendió como esclava sexual para algún pedófilo hasta que llegué a un acuerdo con ella: trabajaré para ella pero no como prostituta, quería mi virginidad para mí.
Y ahora, trabajo como stripper para los VIP en su club y ella se asegura de agotarme la energía al menos doce horas al día.
Y el segundo demonio es mi novio, quien decidió ser el valiente entre los otros hombres que tenían un crush conmigo. Nos pidió salir en medio del negocio y, por supuesto, caí por su 'perfección' masculina, su gran porte y la elegancia con la que siempre se manejaba cada vez que venía al club.
Al menos hasta que me mudé con él después de recibir la bendición de mi tía y me di cuenta de lo enfermo que es.
Pero no tengo a dónde ir y mis ahorros de las propinas no son suficientes para comprarme un par de tacones Guvenchi.
Salgo de la casa como cualquier otra persona que va a trabajar y por eso tengo un par de pendientes de perlas baratos, un mono de oficina y un abrigo.
—Me voy— grito mientras me dirijo a la cocina por algo de almuerzo y, como siempre, termino con las manos vacías excepto por la pizza sobrante que tiene ajo al que soy alérgica.
—¿Paul? Grey, me voy al trabajo— grito pero no obtengo respuesta, así que me dirijo a la sala de estar más pequeña y ahí está mi novio masturbándose con una botella de vaselina a su lado.
—Dios, ¿nunca te cansas de esto?— pregunto mientras arrugo la nariz con disgusto por el ruido que está haciendo.
—No tengo una vagina real y no puedo evitarlo. No me importaría si fuera tu boca haciendo el trabajo— dice y cierra los ojos.
Parece estar tan cerca del borde, pero eso no es asunto mío.
¿El trece de diciembre, verdad? Tengo que encontrar a alguien más antes de entonces, de lo contrario, estaré traumatizada por tener sexo con él.
—Cierra la puerta al salir— dice aunque de todas formas iba a hacerlo. Cierro la puerta de un portazo y salgo de la casa.
Qué enfermo.
—Maldita sea— detengo mis pies con molestia tan pronto como salgo del apartamento.
¿Cómo puede alguien ser tan guapo y a la vez estar tan loco? No puedo imaginarme perdiendo mi virginidad con él, preferiría dejar que un extraño lo tenga todo antes que él.
Preferiría dejar que un extraño me posea, me domine y haga lo que quiera con mi cuerpo antes que permitir que ese delirante Paul me pruebe primero.
