Capítulo 21

Una vez más, estábamos solo nosotros dos en la habitación del hospital.

Tomé un hisopo húmedo y humedecí los labios agrietados de Daniel.

Su mirada permanecía fija en mi rostro, haciéndome sentir incómoda.

No pude evitar preguntar:

—¿Por qué sigues mirándome?

—Quiero verte.

¿Quién podría resistirse ...

Inicia sesión y continúa leyendo