Capítulo dieciocho

Athena

—¿Athena?— La misma voz que se convirtió en mi droga, mi consuelo. No puedo creer que lo esté encontrando aquí. De todos los lugares del mundo, lo estoy encontrando aquí, en Roma. ¿Por qué? Ver su cara solo me hace querer clavarle un cuchillo en la garganta y dejar que lo atraviese.

Aunque ...

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