Capítulo treinta y uno

Alex entrecierra los ojos y frunce el ceño—aunque la mirada que me está dando—no me detiene de reírme. Aparto la vista de él y termino tirando de mi camisa.

—¡Athena, esto no es gracioso! ¿Cuánto tiempo piensas ocultármelo?— Mi mamá empieza a hablar de nuevo en la otra línea.

—Mamá, estás exageran...

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