Capítulo cuarenta y ocho

Athena

Lo miro fijamente. Lo miro mientras se concentra en su teléfono; sabiendo que posiblemente no note que lo estoy mirando, pero me equivoqué, siempre me he equivocado. Él nota todo. Casi todo. Mis labios se curvan en una sonrisa cuando lo veo mirarme de reojo.

Sus ojos azules contenían difere...

Inicia sesión y continúa leyendo