Capítulo 908

—¡Dios mío, tan de repente! Mamá, ¿por qué no me lo dijiste antes? ¿Podría haber tenido tiempo para cuidar mi figura?— Elizabeth se frotó el estómago; parecía haber ganado peso recientemente.

—¡Ya estás muy delgada!— Rose frunció el ceño, no queriendo que Elizabeth perdiera más peso.

Rose no olvid...

Inicia sesión y continúa leyendo