BRASA

FREDA

Después de caminar durante horas y sobresaltarme cada vez que un mayordomo vampiro pasaba y me miraba con intensos ojos carmesí, me encontré en un balcón. Había reunido el valor para preguntar a uno de los mayordomos y, sorprendentemente, no me miró como si quisiera cenarme. Simplemente me di...

Inicia sesión y continúa leyendo