Capítulo noventa y nueve

Capítulo Noventa y Nueve

Tia no podía esperar más a que la oficina cerrara. El tic-tac del reloj de pared había sido un castigo toda la tarde, cada segundo tirando de su pecho con temor.

Su pequeño hijo era todo en lo que podía pensar—cómo sus pequeños ojos debieron haber buscado entre la multitud...

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