Capítulo ciento veintidós

Capítulo Ciento Veintidós

El pequeño Andy no lo dejaba ir. Su voz pequeña había estado repitiendo lo mismo durante casi quince minutos.

—Mamá, quiero las papas fritas —insistió, tirando suavemente de la mano de Tia. Sus grandes ojos marrones tenían ese brillo obstinado que ella conocía tan bien.

...

Inicia sesión y continúa leyendo