Capítulo ciento veinticinco

Capítulo Ciento Veinticinco

—¿Has llamado a los abogados?— La voz de Adam era aguda, cortante, sus ojos fijos en el vaso de agua en su mano.

—Sí, señor— respondió su gerente con cuidado. —Todo se manejará tal como lo pidió.

Adam asintió, aunque su mandíbula se tensó. Estaba de pie cerca de las al...

Inicia sesión y continúa leyendo