Capítulo ciento ochenta

Capítulo Ciento Ochenta

—Tia tiene a mi hijo, papá. Yo mismo no podía creerlo— dijo Adam por teléfono, su voz aún cargada de la incredulidad que no había podido sacudirse durante días.

El señor Black estaba sentado en la azotea de la mansión Black en Canadá, la brisa matutina acariciando su rostro...

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