Capítulo ciento ochenta y cinco

Capítulo Ciento Ochenta y Cinco

El viaje a casa fue silencioso.

Ni siquiera se molestó en encender la radio. El silencio lo acompañaba en el coche, y él lo dejó estar. No quería música ni ruido. Quería sentirlo—cada pedazo del arrepentimiento que pesaba dentro de él.

Le había dicho a Victoria que...

Inicia sesión y continúa leyendo